Katia Szechtman

Las clases eran un espacio de encontrarme con mis personas favoritas.
Las clases eran un espacio de infinita tranquilidad y adrenalina a la vez.
Una vez dije un texto “esta familia está enchapada en oro”, salió de mi boca pero no me pertenecía.
No podía parar de mirar a Nora: su pelo, su abrigo de cuero violeta, sus zapatillas Nike femeninas y masculinas al mismo tiempo.
Sentí vergüenza una vez que tenía un pollo en la garganta en escena y Nora quería que yo incluyera el pollo en la improvisación pero no pude.
Nora nos decía todo el tiempo “fracasen”.
Toda la semana esperaba que llegue la clase, era mi momento favorito de la semana.
En la escuela de Nora me pareció que podía ser actriz, pero también descubrí que las palabras que salían de mi boca las podía escribir.
Una vez, una compañera actuó poniéndose fideos con tuco en la cabeza.
En la escuela de Nora no aprendí a llorar porque nos tirábamos agua de un vasito para inventar las lágrimas.

 

Testimonios de alumnos que recopiló Lucía Panno para “Maestras”, ciclo de entrevistas a las grandes del teatro (Centro Cultural Rector Ricardo Rojas / Mayo de 2018).

© 2024 Nora Moseinco / Escuela de actuación

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